Vieja Lesbiana

Tuesday, November 15, 2005

- Ya, es hora de meter las cartas en las bolsas, mira que la camioneta viene a las cuatro.

Don Luis, cuarenta años como empleado de Correos de Chile, ahora CorreosChile por esas cosas del mercado y el siglo XXI, se dirigió lentamente al otro lado de su oficina de siempre a meter las cartas. Ya lo sabía, las nacionales en el saco blanco, las de Santiago en el amarillo, las prioritarias todas juntas en el saco pequeño, y las internacionales en el que tenía manchas verdes. No habían muchas cartas en las bandejas; ya lo sabía él, la oficina nunca tenía demasiado movimiento, y ya se rumoreaba que la podrían cerrar. Tomó las de Santiago sin mirarlas, y las echó en el saco correspondiente. Lo mismo hizo con las nacionales. Las internacionales, siempre pocas, ah, esas las miraba. La mayoría, como siempre, madres que enviaban cartas a sus hijos en Estados Unidos o alguna parte de Europa. Y en medio de esas, un sobre blanco, con destino a Alemania. Sonrío. Recordaba a quien había ido a dejar esa carta.

La camioneta llegó veinte minutos tarde. Como tantas veces, problemas en el trebol de Panamericana con Vespucio. Eso era normal. Pedro echó los sacos a la camioneta y dijo que se iba altiro, que si no lo iban a retar en el Centro de Distribución. Para eludir un posible taco en Independencia, decidió salir directo a la Panamericana. Al Centro de Distribución llegó con diez minutos de retraso nada más. Alcanzaba a tomarse una Kem Piña en lata antes de tener que salir de nuevo.

Las cartas deben ser clasificadas por destino, hay que ver que tengan el importe necesario y que si llevan algún artículo extraño, eso vaya indicado. Más de alguna no va a ir en español; si tienes algunos problemas con los idiomas, no sé, le preguntas a alguien de la sección de "envíos entrantes". Pamela recordaba eso mientras revisaba las cartas que salían. Inglés tenía que saber, eso era obvio, pero una vez le tocó una carta en algo que parecía chino, y nadie supo a dónde iba realmente. La mandaron a China, pero tenía el presentimiento de que no ese el destino preciso. En fin. Las fue juntando. Holanda, Inglaterra, Alemania, Italia... ¿Costa de Marfil?

- Apura, apura, que se nos va a ir el vuelo.
- Calmao', si vamos a llegar. El aeropuerto está ahí no más.

El pequeño camión rojo de CorreosChile se dirigía raudo a Comodoro Arturo Merino Benitez para que el Lan Chile con destino a Madrid y Frankfurt pudiera llevarse algunas cartas. Sus conductores eran famosos por llegar siempre al filo de la hora en que podían recepcionarse cargas; unas dos horas antes del despegue. Y así llegaron. Las cartas fueron cargadas y pronto se encontraron en la losa del aeropuerto, listas para entrar en las entrañas del avión.

("La parte de la historia de la que no me enteré", parte I)
S.E., Mrcl. Eduardo Peñailillo B.

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